lunes, 3 de mayo de 2010

El chico de la sonrisa encantadora. Cap 1 (yaoi)

Título: El chico de la sonrisa encantadora.
Autora: Kelly (lo iso mi novia yo soy muy mala para escribir XD)
Protagonistas: Genki y Byou

Narración: Primera persona

Introducción: Genki, un joven estudiante del 2° año de secundaria, comienza un nuevo año escolar. Siendo nuevo en el colegio, comienza a conocer nuevas personas y a conformar nuevas amistades, hasta que conoce a Byou, un estudiante de 3°, el típico chico popular pero gran seductor que vuelve loca a toda la escuela. Después de un encuentro amoroso con él, descubre que está enamorado de él pero sabe que esto es un error ya que su amado mantiene relaciones con medio establecimiento. ¿Cómo terminará todo esto? (la verdad es obvio, qué puedo decir, pero será divertido llegar hasta ese final n.n )


Capítulo 1: La enfermería

Un nuevo día comienza. Me desperté temprano y me alisté para mi primer día de clases. Puse en mi mochila verde agua, unas cuantas carpetas, unas lapiceras y alguna golosina para comerla en los recreos. Nunca me gustó llevar mochilas, era algo a lo que no pude acostumbrarme, pero mi madre siempre insistía en ello.
Eran las 7 de la mañana, temprano aún. El nuevo colegio quedaba a pocas cuadras de mi casa así que iría caminado. Me gustaba el aire temprano de las mañanas, aún me gustan.
Cuando llegué al enorme instituto, el lugar se hallaba repleto de personas. Jóvenes paseándose zigzageando de un lado a otro buscando sus aulas y sus casilleros. (es una mezcla de colegios yanques porque usan casilleros y almuerzan ahí; y cole al estilo argento por lo de secundaria xD) De la misma manera, yo buscaba el mío mientras miraba perplejo el establecimiento, la blancura en sus paredes, los bastos salones y las decenas de personas que pasaban a mi lado. Pero algo en medio de toda aquella multitud captó mi atención decididamente. De entre todas las personas, un alto y apuesto joven de rubia cabellera, radiante como el sol, con unos cautivadores ojos verdes que vestía una semi olgada camisa blanca algo desabotonada con el cuello alto, y encima una delgada campera dorada junto con unos pantalones y zapatillas negras. Me quedé estupefacto al verlo allí, caminando suavemente por el pasillo atrayendo la mirada de unos cuantos y la mía a su vez. Su mirada perdida, totalmente despreocupado mirando serio de un lado hacia otro, con un aire altanero en su rostro cual noble príncipe que mira engreído a sus subleados lacayasos. Pero de pronto su mirada se concentró lentamente en mí. Yo que lo miraba asombrado desde la esquina de una de las paredes. Y pronto, una pequeña sonrisa deliciosa se perfiló en esos labios rojos, junto con una expresión juguetona como quien mira a su presa antes de devorarla. Se acercó tranquilamente hacia mí a paso firme y sereno. Yo, por mi parte aparté de inmediato mi vista y giré a uno de los costados finjiendo buscar también mi casillero. Creí que se iría hacia otro lado o que seguiría caminado, tanto así que al sentir su presencia detrás mío me estremeció y noté que algo se arrimaba a mis oídos. Una voz dulce e impúdica me hablaba suavemente en un susurro.

- Si gustas, puedes verme en el almuerzo al final del pasillo doblando la derecha.

Un súbito escalofrío recorrió todo mi cuerpo seguido de unas secuenciales palpitaciones. Cuando me di vuelta, aquel joven exuberante ya no estaba. Después de eso, al ver la hora, 7:30, comprendí que debía apresurarme para llegar a tiempo a mi primera clase. Pronto encontré mi casillero y mi aula. Una vez dentro y ya empezada la clase, seguí pensando en aquel chico ¿Que lo viera en el almuerzo? Debía estar loco para ir ¿Por qué lo haría? ¿Qué era lo que haría allí? ¿Para qué se suponía que lo vería? Miles de preguntas sin sentido se paseaban en mi cabeza mientras el profesor explicaba las normas de convivencia, los libros que utilizaríamos y la forma de trabajar el resto del año. Todo eso no tenía importancia para mí, estaba maravillado con la silueta de aquel chico que me habló suavemente al oído. Sin darme cuenta estaba en una nube de pensamientos en donde ese joven era la atracción principal.

- Hola, qué aburrido es el profesor ¿Cómo te llamas? - Me preguntó un muchacho delgado con ojos luminosos que estaba al lado de una señorita de castaños cabellos.
- Sí, es verdad, estas presentaciones son fastidiosas. Me llamo Genki ¿Y tú?
- Yo soy Ryoga - contestaba el chico.
- Y yo soy Airan - añadía la joven al lado de Ryoga - Eres nuevo en la escuela ¿cierto?
- Sí, lo soy. Me mudé a esta escuela porque el nivel educativo de mi anterior escuela era muy bajo y además me quedaba algo lejos - Respondí.
- Ah, ya veo - proseguía Airan
- Y diganme ¿ustedes conocen a un chico rubio, alto...
- ...De campera dorada, ojos verdes y atrapante sonrisa ? - La adolescente completó mi pregunta.
- Ja veo que di en el blanco. ¿Es lindo verdad? - me decía ella mientras hacía un movimiento insinuante de cejas.
- Vamos, no seas exagerada, no es taaan lindo.
- Tú dices eso, Ryoga porque aún no te ha invitado un mediodia a su recinto - ella reía levemente.
- Calláte ¬¬
- Ok, escucha Genki, ese chico espléndido de dorados cabellos, fascinantes ojos verdes y labios rojizos - ella soltó un suspiro - es el chico más deseado por todo el colegio. Todos se mueren por él y - hacíendo énfasis en la "y" - es el Don Juan del colegio. Se ha propuesto conquistar a toda persona que encuentre interesante o que le llame la atención. Todos los días, a la hora del almuerzo, se queda en las escaleras al fondo del pasillo, esperando a quien vaya a buscarlo ¿y qué crees? Suceden muchas cosas allí - se emocionaba la adolescente mientras proseguía con la explicación - Siempre cita allí a las personas con las que desea "congeniar"* - decía esto la adolescente mientras arqueaba insinuante las cejas - Moriría por ir a ese lugar y pasar un dulce momento con ese bombón.
- Oigan, ustedes, dejen de cuchichear y presten atención - Nos decía el profesor y acto seguido, en un rápido reflejo nos colocamos mirando de nuevo hacia el frente.

El profesor seguía explicando mientras yo sólo pensaba en lo que me había dicho mi nueva compañera. Así que ese joven deslumbrante se decicaba a relagar besos y caricias a las personas que a él le interesaban. Entonces ¿Para eso me citaría en ese lugar? Yo... ¿le interesé? Debo estar loco de tan solo pensar en la idea de acudir a su encuentro.

En el transcurso de la mañana, entre clases y clases, me habia pasado cada minuto pensando en aquel joven. Aún sentía su voz susurrándome al oído. Ese engreído, ni crea que voy a ir ¿Qué se ha creído?
Pero sin embargo, a la hora del almuerzo, se me dió por curiosiar aquel luar donde estaba él y... verlo más de cerca...
Me escapé de mis nuevos compañeros con los que comencé a llevarme bien y que quedé de almorzar con ellos, con la excusa que iba al baño y, rápidamente me dirigí hacia el final del pasillo. A medida que me acercaba, podía vislumbrar un rincón semi oscuro y cerrado. No veía a nadie, esperaba toparme con la figura de aquel intrépido muchachito, pero no veía señal alguna de movimiento ni nada que se le paresca. Me iba acercando cada vez más pero a más de la mitad del camino me detuve, giré hacia el lado contrario y me disponía regresar hasta que algo me sujetó de la muñeca llevándome de espaldas contra la pared.

- Así que viniste presiosura, te estaba esperando - Nuevamente, el descarado chico apuesto me hablaba en voz baja y sensual. Estaba frente a mí. Obdervándome de manera sonriente y con cierta picardía. Era aún más alto que yo y de seguro un año mayor. Me sujetaba de los hombros mientras su cuerpo estaba pegado al mío y su rostro a tan sólo unos centímetros. Quedé maravillado viendo el paisaje que tenía delante de mí, pero de pronto algo desvió nuestra atención. Un sonido que taconeaba y caminaba de prisa. El radiante mancebo* me tomó rápidamente de la mano y corrió conmigo doblando a la derecha. Allí se encontraba una escalera clausurada mediante unas tablas de maderas de baja estatura con un cartel pegado que decía "Prohibido pasar" y por el cual mi acompañante saltó y yo junto con él. Subimos escaleras arriba encontrándonos con una gran habitación con materiales de construcción, varios muebles rotos y escaleras de mano. Atravesamos toda la sala y luego bajamos por otra escalera que tenía las mismas señales de adventencia de no ingresar al piso segundo. Aún podía percibirse los pasos siguiéndonos persistentemente. Al bajar, nos encontramos con un corredor por el cual pasamos y luego nos metimos a un cuarto aparentemente vacío.

- Pero qué persistente es esa chica - mascullaba agitado el rubio acompañante que tenía.
- ¿Quién era esa chica? ¿Es la prosesora? Esas cosas que haces no están bien, y estoy de acuerdo en que te repriman y...
- Pero aún así viniste ¿O no? - volvió a mirarme con esa sonrisa juguetona e insinuante.
- No, en realidad... - pero no pude terminar la frase, aquel joven se me acercaba con la mirada fija en mí, acorralándome contra la pared. Unas fuertes palpitaciones llegaron a mí. Estaba nervioso, no sabía qué era lo que pretendía hacer conmigo ni aún peor, lo que haría conmigo.
Se acercó lo suficiente hasta quedar muy cerca mío. Me miraba decidido y en un súbito segundo, apoyó una mano sobre mi mejilla y clavó sus labios en mi boca, apoyándolos suavemente. El corazón parecía saltar dentro de mi cuerpo al tiempo que él jugueteaba con mis labios. Los sentía líbidos y ligeros. Tan tersos. No pude más que rendirme ante sus encantos, ante su manera delicada de besarme mientras nuestras bocas se confundían una con la otra.
Pero el hechizo de aquel momento pronto se rompería al sentir que algo caliente comenzaba a rozarme el pecho. Una mano escurridiza me rozaba lentamente el pecho y me pelliscaba los pezones. En ese momento un calor ardiente me invadió y se me hacía más difícil respirar. La sensación de sentir sus manos sobre mí me fascinaba, me desequelibraba totalmente.
El colmo de este delirio lo fue al darme cuenta de que su inquieta mano comenzaba a divertirse con mi entrepierna por encima de mis pantalones. Era como si una lava ardiente cubriera mi cuerpo derramándose sobre mi vientre, como si ese fuera el propulsor de tanto calor. Yo jadeaba inconcientemente mientras mi apuesto compañero me sonreía divertido al verme de esa manera. Daba la sensación de que le encantaba verme disfrutando de aquello a lo que él me sometía. Y yo seguía su juego.
Para mi sorpresa, llevándome al borde del delirio, vi a mi acompañante bajar lentamente con su lengua por mi abdomen hasta llegar a mi cintura. Posando suavemente esa lengua rojiza por mi vientre, arriba, justo arriba del comienzo de la cintura de mis pantalones, los cuales desabrochó. La exageración de mi respiración agitada era inevitable. Al sentir su lengua sobre mí, pasando por cada centímetro de mi entrepierna, mordiendo suavemente y lamiéndome. Un trastorno sabroso con gusto a placer. No pude eludir unos gemidos desorbitados. La sensación se tornaba verdaderamente candente. Él, al escucharme gemir así, se levantó sin quitarme la vista de encima y sosteniendo mi órgano erguido. Posó esos ojos brillantes sobre mí y me lanzó violentamente sobre la cama que estaba a un costado de la habitación. Estábamos en la enfermería. Una vez acostado, se situó junto a mí quedando encima mío. Me besó el cuello entretanto levantaba mis piernas hacia arriba quedando entre medio de ellas. Seguía sin ceerlo ¿De verdad estaba con este sujeto envuelto en un océano de lujuria? Todo parecía un sueño. Esta reflexión mía se vió tajantemente interrumpida cuando sentí que algo se metía dentro de mi torso trasero. Dolía, pero pronto pude acotumbrarme a ello. Y cada vez se movía con más rapidez. Fuerte y rápido. A la vez. yo gritaba ahogadamente abrazando al activo rubio que me hacía estremecer. Pude sentir que él también respiraba agitado y jadeaba sobre mis oídos. Eso me erizaba aún más la piel.
Él continuaba sus movimientos y me sostenía fuertemente. Era agresivo, lujurioso, apasionado. Pensar en algo coherente en esos momentos era algo imposible, nada tenía sentido, sólo podía pensar en la actividad que este joven hacía conmigo.
Después de unos largos minutos inquietos, él se detuvo aliviado y al fin se desprendió de mí. Se sentó agitado sobre el borde de la cama en un extremo y miró hacia arriba. Yo aún seguía recostado, tratando de recuperar el aliento. Cerré los ojos y oí los pasos de aquel joven que tomó unas toallas y las puso sobre mí.

- Es tiempo de irnos. Las clases terminaron ya.

¿Cómo? ¿Ya habían terminado? No es posible ¿Cuánto tiempo nos habíamos quedado en ese lugar? ¿Era posible que hubiéramos estado allí toda la tarde? Me levanté impresionado, y algo mareado. Acomodé mis pantaloes y juntos salimos del sitio sin hacer ruido.
Nuevamente me tomó de la mano y regresamos por el mismo lugar por el que habíamos venido. No había nadie ya en el estableciemiento. Todos se habían ido.

- Te acompañaré a tu casa ¿Esta bien?
- ¿Por qué querría que lo hicieras? No necesito que lo hagas - dije yo refunfuñando con el ceño fruncido. Pero antes de poder decir otra palabra, el apuesto joven posó un dedo a mitad de mis labios.
- Shhhh, no digas más. Te acompañaré - Me mostró de nuevo esa sonrisa irresistible, que no pude negarme.

Salimos del colegio y sentí que casi no podía caminar. Creo que él se dió cuenta de esto porque me miró sonriendo y comenzó a caminar más despacio.

- ¿Cómo es tu nombre? - me preguntó él.
- Genki. ¿Y el tuyo?
- Byou. Mucho gusto... Genki - Otra vez su sonrisa. ¿Por qué era tan encantadora y deslumbrante?
- ¿Eres nuevo verdad? ¿Qué edad tienes?
- 16 ¿Y tú?
- 18. Supongo que vas en segundo ¿verdad?
- Sí, Y tú en tercero. Eres más grande de lo que esperaba.
- Es que repetí un año por faltar tanto a clases. Pero este año mis padres me obligaron a ser estudioso así que no tuve otra opción. Y dime, es la primera vez que haces este tipo de cosas ¿no es así, Genki? - Amaba cómo sonaba mi nombre con su voz, ese desgraciado era un encanto a todas horas.
- No, claro que no. Lo... he hecho antes, sí - Sentí la necesidad de mentir, me sentía tan tonto a su lado, pero a la vez extrañamente cómodo.

Byou echó a reir mirando hacia el cielo, porque creo yo, se había dado cuenta de la inexperiencia que poseía para este tipo de cosas.

- Sí, bueno y ¿estás en pareja? ¿O has estado en pareja con alguien?
- ¿Por qué preguntas algo como eso? He salido con otras personas, pero en este momento estoy solo.
- ¿Salías con alguien pero no te acostabas con esa persona? Eso es extraño.
- Calláte, no hubo necesidad de algo así, ni tampoco la oportunidad... - comencé a sonrojarme - y además no tengo por qué contarte todo esto. No te sigas mofando de mí.
- Lo siento presiosura, no fue esa mi intención.

¡Demonios! ¿Presiosura? ¿Así fue como me llamó? Era simplemente maravilloso, cada sonido de su voz era estraordinario.

- ¿Y quién era la persona que nos seguía? - pregunté
- Una chica con la que me acosté. Sólo estuve con ella una vez y ya cree que es dueña de mí. Es muy terca y testaruda.
- Eso es tu culpa- le dije pero él sólo se echó a reir.

Seguimos conversando de mi cambio de escuela, los motivos, y el clima hasta llegar a la esquina de mi casa. Éstaba se encontraba a sólo dos casas de la que estaba en la esquina.

- Ok, dejáme aquí. Ya me acompañaste así que ahora me iré a bañar.
- ¿No vas a invitarme a pasar? - me decía insinuante.
- No, es suficiente por hoy.
- Bien, entonces te veré mañana en la escuela. Cuídate.

Se dió vuelta y luego se marchó. Yo entré a mi casa, subí a mi cuarto y me recosté sobre mi cama pensando en el bello joven que acababa de despedir.


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diccionario:

* Congeniar: Llevarse bien dos o más personas por tener semejante genio, carácter o costumbres.
* Mancebo: adolescente, joven.


grx amor esta genial el fic 









3 comentarios:

  1. Oshh, espero que les guste n.n Perdón las faltas de ortografías xD Siempre me como alguna que otra letra xD

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  2. jojo esta genial >3< me encanto~

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  3. xD Oshhh, este capítulo está medio fome xD El segundo está mejor redactado jajaja y el cuartoo ohhhhhh por favor!!!! Aprece Hitsugiiiiiii xD

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