viernes, 7 de mayo de 2010

El chico de la sonrisa encantadora. Cap 2

Título: El chico de la sonrisa encantadora.
Autora: Kelly
Protagonistas: Genki y Byou
Narración: Primera persona


Cap. 2: Una visita inesperada.


Otro día comenzaba. Mi segundo día de clases estaba por empezar. Me desperté aún con el sabor en la boca de esos labios de miel que me habían besado ayer. Incluso cuando bajé a desayunar, nada me sabía tan rico como aquella boca. Estaba trastornado definitivamente.
Cargué mis últiles en la mochila y luego salí de la casa.
"Te veré mañana". Eso dijo ¿no?
Las escenas, y cada palabra que sostuve con él venían a mi mente. Mientras caminaba lentamente hacia la escuela, se repetían una y otra vez en mi cabeza. Ahora entendía por qué tenía embelasado* a toda la escuela. Era un verdadero seductor ¿Quién podría resistirse a sus encantos, a esa sonrisa, a esos cálidos brazos? Y como si fuera poco, yo también parecía estar bajo su hechizo. Esto era el colmo. Al reflexionar sobre esto me disgusté conmigo mismo: ¿Yo? ¿caer también en las redes de ese maníaco seductor? Ja, no, claro que no.
Caminé decidido hasta el colegio y por entre los pasillos a minutos de empezar las clases ahí estaba él, desplazándose sosegadamente entre la gente. Parecía una luciérnaga brillando en medio de noche. Luciendo su típica camisa blanca y esa campera dorada con el cuello alto. Con esos cabellos áureos* al viento y ese caminar despreocupado. Y el colmo de la exageración de su belleza, era ese rostro perfectamente impecable acompañado de esa dulce boca carmesí. No supe por qué mis latidos comenzaron a acelerarse en ese momento. Quisás era por los nervios de lo que había pasado el día anterior. Lo que sea que hubiese sido, me alejé lo más que pude en dirección contraria a ese joven y entré rápidamente a mi aula. Era el primero en llegar. Los demás aún no habían entrado al salón. Pero no importaba, era mejor que estar afuera y ver de nuevo a ese presumido que se creía el dueño del colegio. Así que me acomodé en un asiento a un costado junto a la pared, me puse mis brazos en el pupitre y sobre ellos mi cabeza. Aún me seguía latiendo el corazón.

- Hola presiosura.

Esa voz, no podía ser, era él. Levanté mi cabeza y ahí estaba, parado en el umbral de la puerta del salón. Me sorprendí tanto al verlo allí.

- Hola - dije yo con voz apagada.
- ¿Qué sucede presiosura? ¿Por qué estás tan solo? ¿No quieres compañía? - Me decía sonriendo jactancioso.

¡Demonios! ¿Por qué tiene que ser tan adorable? Odiaba esa petulancia suya, pero amaba que me diga preciosura.

- No. Pronto llegarán mis comapañeros y dentro de poco comenzarán las clases, deberías ir a tu salón.
- ¿Siempre eres tan estructurado? Bien, entonces te veré en el almuerzo.
- No - comencé a incomodarme imaginándome en que podría terminar como ayer e inventé una excusa - Pieso quedarme con algunos compañeros para ponerme al corriente con los contenidos que vieron ayer en las clases que falté.
- Ok, está bien. Entonces te veo a la salida - y dicho esto dio media vuelta y se fue. No pude siquiera rechazar ese encuentro.

Minutos después de que él se fuera, mis dos compañeros, Ryoga y Airan, junto con unos cuantos más ingresaron al aula. Al verme Airan se abalanzó de un salto sobre mí.

- ¡Dios! ¿Dónde te habías metido ayer? - me decía con una sonrisa inquisidora.
- Am... tuve un problema y tuve que irme a casa.
- Jajajajaja - reía a carcajas de manera irónica - No inventes mentiras como esas conmigo, ni siquiera suena creíble. Podrías al menos decir que tu madre llamó diciendo que algo había sucedido en tu casa y tenías que ir urgentemente, o alguna excusa más creíble, jajaja. Nonono. Pero definitivamente a mí me dirás la verdad. ¿Fuiste a verte con el chico de la campera dorada, cierto?

Me sorprendí enormemente al escucharla hablar así, pero hice un esfuerzo para no demostrarlo. Sin embargo, no encontré argumento alguno que me sirviera para eludir a sus preguntas.

- Sí.

Esa ahogada afirmación bastó para que la joven bailoteara de emoción a mi alrededor.

- Lo sabía, lo sabía.
- Shhh, cálmate. No es algo que quiero hacer público, así que si te importa, me gustaría que no lo divulgaras y bajes la voz.
- Esta bien, pero vas a contármelo todo - me decía mientras se sentaba en un asiento junto al mío y dejaba caer su mochila a un costado de la silla, y el otro mancebo hacía lo mismo.
- Ahh... no sé qué es exactamente lo que deseas saber...
- ¿Cómo dices? Vamos, quiero saberlo todo. ¿Qué hicieron toda la tarde que desaparecieron?
- ... Bueno... - no sabía cómo decir que aquel joven había mantenido relaciones sexuales conmigo. Era un tanto incómodo. Me quedé en silencio varios segundos ensayando la manera de responder a las demandantes preguntas de mi compañera mientras ella comenzaba a impacientarse.
- Vamos, dinos. ¿Te besó? ¿Te tocó? ¿Qué fue lo que hiceron?
- No me siento cómodo hablando de algo tan privado, sólo puedo decirte que él se salió con la suya - Y acto seguido bajé mi cabeza de nuevo hacia mis brazos mientras escuchaba los gritos de júbilo de Airan.
- Eres unverdadero afortunado.
- Pero no es sorpresa que te hubiese elegido. El chico se acuesta con medio colegio - acotaba Ryoga.
- ¡No seas cruel! Además, sería un placer pasar por esos brazos cálidos y...
- Pero si sigues así nunca lo harás.
- Ni tampoco creo que lo haré. El chico es exigente según parece - decía la zagala algo desanimada.
- Por qué no intentas ir a buscarlo.
- ¿Cómo crees? Yo estoy esperando que él me invite, no puedo ir así como así, no tratándose de mí, ja.
- Pero todas lo hacen.

Ambos amigos discutían mientras yo pensaba en la manera de actuar de este atractivo muchacho.
Después de unos minutos el pofesor de literatura entró con su portafolios, lo arrojó sobre la mesa y, después de saludar a toda la clase comenzó a dictar clases.


Cuando llegó la hora del almuerzo, me reuní con mis compañeros para copiar las tareas y los dictados que nos habían dejado ayer. Después de todo, la mentira que le había hecho al adolescente de cabellos de oro resultó siendo verdadera.


Una vez terminada las clases del día de la fecha, me dirigí hacia mi casillero para guardar algunos libros y llevarme otros a casa para realizar las tareas que nos habían dejado. Y en ese momento, una mano me pasó rozando la mejilla al situarse sobre la pared del casillero. Al darme vuelta el apuesto mancebo de campera dorada estaba situado atrás mío.

- Hola preciosura.
- Tengo un nombre ¿Sabes? Y no es preciosura - le dije casi gruñiendo, pero él tan sólo se decicó a reirse - Te acompañeré de nuevo hasta tu casa, pero antes podríamos pasar por el baño - al decir esto paseaba sinusuosamente su lengua por sobre su labio superior.
- No. Tengo cosas que hacer, no puedo perder el tiempo así.
- Ok entonces sólo te acompañaré.

Me quedé mirándolo unos instantes como tratando de sonsacarle la razón por la cual se ofrecía a acompañarme. Seguramente trataría de seducirme de algún modo y conducirme hasta un lugar cerrado, donde haya un poco de privacidad. Parecía extraordinario que me econtrara con una situación así, tratando de escapar de las seducciones de un pervertido. Sin duda este año se volvía interesante y para nada aburrido.

- ¿Qué es lo que miras, preciosura?

No contesté en ese momento. Pero encuanto él comenzó a hacercarse visualizando mis labios, reaccioné institivamente girando para salir del colegio. Sentí cómo carcajeaba divertido a mis espaldas.
Salimos del edificio rumbo hacia mi casa. En el trascurso del camino me hablaba sobre él, sus años en el colegio, y a la vez me hacía preguntas a mí.
Al llegar hasta la esquina de mi casa hechó una mirada hacia el horizonte.

- ¿Qué sucede? ¿Qué miras?
- Trato de adivinar en donde vives.
- ¿Por qué?
- Quiero conocer tu casa, dime cúal de todas es - avanzó unos pasos en dirección preguntando en cada casa que veía si era en la que yo vivía.
- ¿Es esta? - señaló una vez llegada a la tercera casa.
- Sí - lo miré expectante.

Se quedó examinándola por un rato, mirandola de arriba hacia abajo hasta que decidió cruzar por sí sólo el portón negro a regas..

- ¿No vas a invitarme a pasar? - decía mientras ingresaba por un sendero de cerámica hacia el jardín en dirección a la puerta de mi casa.
- ¡Ey, espera!
- Oye vamos, invítame a tomar un vaso con agua al menos. No seas descortés.

No pude más que mirarlo con cara de pocos amigos pero accedí a abrirle la puerta. Ambos ingresamos hacia adentro e instantáneamente comenzó a recorrer todo el lugar. Primero se dirigió hasta la cocina, luego al comedor. Después subió por las escaleras y usmeó en cada habitación disponible. La primera que halló, se encontraba adornado con posters de mujeres en ropa interior en las paredes, el cuanto desornado con ropa tirada por el suelo y la cama desarreglada. Luego pasó a la siguiente, ésta contenía una cama matrimonial con las paredes de color beige. La siguiente habitación se encontraba aseada, con paredes blancas y una cama de 1 1/2 con un manto rojo. Al verla, ingresó en ella adivinado que esa era mi habitación.
Una vez adentro empezó a toquetear toda cosa cuanto se le cruzara por el camino: una caja de lápices, el armario, una fotos sobre el escritorio, unos papeles, etc.

- ¿Qué es lo que buscas?¡ No toques eso! - le decía mientras le quitaba de las manos un recuadro.
- Así que un premio al chico más veloz ¿eh? ¿Competías en tu anterior escuela?
- Sí, pero no toques nada más.

Y echando una mirada hacia el resto de la habitación - Este es sin duda tu cuarto.
- ¿Cómo supiste?
- No tienes la apariencia de ser alguien desordenado, sino más bien responsable. Creía poco probable que la primera habitación fuera la tuya.
- Crees saber mucho sobre para haberme conocido tan solo ayer.

Byou sólo me miró fijamente a los ojos sin decir una palabra. Luego se acercó a mí llevándome hasta la puerta y al llegar a ella, pasó un brazo sobre mi cintura mirándome aún fijamente. Giró la llave dentro de la cerradura de la puerta. No había nadie en casa.

Con esa sonrisa deliciosa, lentamente posó sus manos sobre mi cintura deslizándolas hacia arriba. Quise alejarme pero me llevó de nuevo hacia él tomándome de los hombros y acto seguido de abalanzó hacia mi cuello besándolo suavemente. Comencé a respirar agitadamente e intenté despegarme de él, mis padres podrían regresar pronto junto con mi hermano y verme en esta situación no sería nada grato. Mientras me alejaba paulatinamente, él me seguía, firme insistencia de tenerme nuevamente y hacer que caiga en su juego de seducción. Luego recordé que el resto de mi familia no regresaría hasta las 6 de la tarde y, debido a que eran las 5, me rendí a sus encantos finalmente. Él dejó de juguetear con mi cuello, levanté la cabeza hacia arriba y el joven seductor me regaló uno de sus tan deseados besos. Sedosos y humeantes labios asolándome en una tarde calurosa al tiempo que sus manos se pasean inquietas sobre mi piel. Era tan plácido sentirlo sobre mí, rodeándome de manera hambrienta y desesperada. Sin pensarlo, inconcientemente puse también mis manos sobre él acariciándole el abdonem por debajo de la camisa que llevaba puesta. Pareció gustarle, ya que él mismo, agarrando mis manos se las pasó por su pecho y espalda. Pude percibir cada parte de su piel, era tersa y suave. Incluso, pasando por su espalda, me animé a bajar un poco más. Estaba totalmente perdido en esos labios de fuego, perdido en un espacio distinto al de mi habitación en donde estabamos sólo él y yo.
Luego de unos instantes, el joven sujetó una de mis manos y las situó sobre su cadera haciendo que bajara secuencialemente hasta tocar su entrepierna. Senti que algo consistente se hallaba debajo del cierre de mi acompañante. Con sus manos, me guió cómo debía acariciarlo, pero aunque no tenía experiencia lo sabía, o por lo menos tenía una clara idea de cómo hacerlo. Abrí el cierre de su pantalón y al descubrir su miembro lo tomé entre una de mis manos masturbándola arduamente. Acelerando el movimiento de mi mano, Byou soltó unos gemidos ahogados de placer y seguido de eso me besó vorazmente, como si quisiera comerme. Me abraza con fuerza umpujándome contra la pared y acariciando mi espalda. Sus uñas se clavaban apretándome a su vez contra él, mientras mis movimientos no cesaban. Presentí un murmullo casi entrecortado en uno de mis oídos:

- Acelera el paso preciosura....

La sensualidad de sus palabras no perdían su toque bajo ningún aspecto. Cumplí su petición y me propuse hacer más intenso el desplazamiento contínuo de mis manos y él, tomándome del cuello me llevó hasta donde se encontraba mi mano. Inmediatamente compredí lo que deseaba, así que procedí a introducir su miembro dentro de mi boca continuando la labor que hacía con las manos. Podía oirlo gritar al tiempo que apoyaba los antebrazos sobre la pared. Creo que me observaba, podía percibir su mirada sobre mí, pero no pude alzar la vista, tenía mis ojos fijos sobre el órgano erguido de mi acompañante. No llegaba a cubrirlo enteramente con mi boca, ya que era bastante prolongado. Hasta que de repente, un líquido claro y espeso salió de éste. Pero a pesar de eso seguía firme, tal como lo había sentido hace unos momentos. Miré hacia arriba y él me miraba posando una de sus manos contra la pared. Nuevamente esa mirada pícara y profunda. Me levantó hasta quedar parado nuevamente, me tomó del mentón con una de sus manos suaves y me besó nuevamente, tal como la vez anterior. Rápidamente me despojó de mi camisa y de mis pantalones. Me levantó quedando contra la pared y rodeándo mis piernas en su cintura. No dejaba de besarme. Sus manos ágiles acariciaron mi torso desnudo y se introdujo dentro mío aquello que sostenía anteriormente. Aún me dolía. No me acostumbraba todavía. Pero sin embargo me gustaba. Se movía lujuriosamente pero al mismo tiempo con cuidado. Creo que él sabía por lo que debía estar sintiendo, después de todo, es alguien que posee experiencia en estas cosas. Se mantuvo así por un tiempo al principio, luego cedió a sus deseos apasionados y comenzó a hacer sus empujes cada vez más profundos y violentos. Tuve que contenerme para no gritar, quisás los vecimos podrían oír y eso no sería bueno, pero parecía inevitable, era tan salvaje y vigoroso. Jadeaba insesante de las misma manera que él lo hacía en uno de mis oídos. La tarea se aceleraba cada vez más, y cada vez más, se hacía más veloz. Hasta que por fin se detuvo.

-.................aaaggg ...


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Glosario:

* Embelesar: Arrebatar, extasiar, cautivar los sentidos.
* Áureo: Adj. De oro o parecido al oro.

* Jactar: Alabarse excesiva y presuntuosamente.



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grax amor  


espero que lo disfruten 

5 comentarios:

  1. ;DD mira Byou que pervertido resulto ser ;D (??

    xDD

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  2. jajaja y eso no es nada, esperá ver cuando aparesca cierto señirito pelirrojo con numerosos pearcongs xD jejejejejeejejej

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  3. jajaja re que adelantaba todo xD ah y escribí para el traste algunas palabras xD jajja soy de lo peor u.u

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  4. que no piensan en el pobre de genki

    re que le cabe byou XDDD

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  5. ajjaaj see, sabélo, le RE cabe xD Genki está supper feliz con ese bombonazo n.n
    Estoy segura que lo re disfruta xD

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